viernes, 4 de mayo de 2007

Aduaneros



Aduaneros

Cuando los cóndores descubren su refugio
en la soledad encriptada de milenarios vientos,
cuando el puerto se esconde pudoroso de neblinas y pianos,
cuando el desierto acomete
con sus silencios de camanchaca
en la crepuscular frontera de la patria,

Saluda el paso de las caravanas, un vigía,
el aduanero,

con aguda mirada hurgando los manifiestos,
custodiando celoso las enormes arcas del firmamento,

Revisando acucioso, como escribiente del tiempo,
las fenicias dimensiones del mundo

Incesante presencia soberana,
extendido saludo de bienvenida,
cofradía de leyendas atesoradas,
que transitan en cajones olorosos de te y especias
por los almacenes fantasmas de los puertos

El aduanero milenario
custodia el camino del Inca,
se instala en la soledad del golfo de penas
y silba como el viento patagón frente al estrecho

El aduanero, constante servidor fiscal de las civilizaciones,
convocado de apóstol,
pastor de vaguadas,
azul en poemas,
amistoso de prostíbulos,
republicano de sobremesas,
generoso de amigos,
pulcro y celoso de escritos,

El aduanero, viajero de la imaginación,
anclado por siglos a sus portales,
ve transitar las arenas
y es cedazo perspicaz del intercambio.

El aduanero ,
blindaje acorazado
protegiendo la vida
y la integridad de la palabra,
comparte con huemules y cóndores
un sitial silencioso
en los emblemas profundos de la patria

Hernán Narbona Vèliz, 20 de agosto de 2006

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